sábado, 24 de octubre de 2009

Por las mañanas gustaba beber algunas copas y observar las montañas, el aroma del rocío que abrazaba las hojas.
Desde el balcón y su embriaguez, disfrutaba ver a la gente que comenzaba sus rutinas, él como un desfigurado orgulloso, se complacía de la distancia con aquellos sujetos, una multitud subyugada, ciega, que nada se cuestiona, como ganado que se deja guiar por perros.


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1 comentario:

Ludwig Engeler dijo...

Desde la trinchera de Morfeo, me gusto eso, ta' bueno, casi puedo percibir al voyeur profesionista. Sólido, parece que es de la buena master, salud!