lunes, 21 de diciembre de 2009

"Prisionera"
“Poco y nada a quedado, solo el remordimiento, la certeza de que podría haberse logrado algo mejor... el escape hacia la noche es mejor que nunca, la mirada perdida en el horizonte como jamás la estuvo. El pensamiento poco a poco se ha diluido, aferrado completamente a todos sus placeres, creo que he vendido mi alma, la he servido en una bandeja, pero valió la pena. "

Fueron las ultimas palabras escritas de Dante, encontradas por María, su mujer, junto al cuerpo inerte de este, víctima de una sobredosis de cocaína, no podría decirse que era una carta de despedida, pero ciertamente presagiaron el destino, a esas alturas, inevitable. Lo buscó durante días afanosamente, tenia un mal presentimiento como nunca, y se esmeró en seguir su rumbo, el que hace ya mucho tiempo, Dante había decidido separar del de ella. Cerró los ojos y lloró, intento recordar algún buen momento, pero le fue imposible, solo gritos, golpes y engaños se apoderaban de su mente, ¿porqué la búsqueda, porqué esta incesante preocupación, si para el jamás fui nada? pensó, quizás el sexo, quizás nuestros hijos, siempre me he aferrado a todo aquello que me infringe dolor, pero de el siempre fui una esclava.

Caminó alrededor de la habitación, buscando alguna señal. De lo que fuese. Sabía que de todas formas se desilusionaría aun más. A veces creía que ya no podría hacerlo, pero se sorprendía, por lo inescrupuloso que podía llegar a ser Dante. Encontró una nueva nota enrollada, que había sido utilizada para esnifar su ultima dosis de cocaina.

“Ahora que lo he perdido todo, solo una cosa lamento como ninguna, el devenir de la esperanza, el devenir de la creencia que la lucha aun vale la pena. He saltado desde un precipicio y ya no hay vuelta atrás, solo resta el júbilo de la noche, aquellas noches mas sucias, sumergidas en el fango”

María siempre tuvo la esperanza de que era amor lo que la unía a Dante, sin embargo la certeza era mas fuerte, tan solo era un sentido de pertenencia, orgullo y locura que la obligaba a poseerlo. Cerró los ojos nuevamente y recordó.

Un día María, llegó de improviso al departamento de su novio, algo que nunca acostumbraba a hacer y sabía que el odiaba. tenia una llave que ella misma habia copiado, a espaldas de Dante, que en más de una oportunidad, la golpeó por invadir sus asuntos. lo llamó a la entrada, pero este no respondió, se dirigió a su habitación lentamente, el silencio le dió cuenta de que habia cometido un gran error, esos que ella sabía que no debia cometer, pero de alguna forma u otra, simplemente se sumergía en ellos. Encontró a Dante sentado, desnudo, bebiendo una copa contemplando la cordillera. A su lado, yacía la hermana de María, también desnuda, boca abajo, durmiendo la siesta de una larga sesión de sexo. María la levantó a arañazos y puntas de pié, se armó tremenda batahola, pero Dante impávido, no se exaltó de su relajada postura, su rostro, no demostraba mas expresión que una indiferencia total, de hecho se dio tiempo, para tranquílamente, preparar una línea de cocaína e inhalarla. En unos instantes se abalanzó sobre ambas, las redujo, las ató de manos y abusó de ellas alternadamente sin que estas pudieran ofrecer resistencia alguna. Luego de unos meses, sin que este la buscara ni llamara jamás, María volvió a sus brazos rogándole que la aceptase de nuevo.
El teléfono comienza a sonar, María contesta y guarda silencio, al otro lado de la línea se oye la voz de una muchacha que repetía reiteradamente el nombre da Dante. ¿Es que no me vas a abrir?, te recuerdo que los minutos valen oro. Dice. María ya conocía la afición de Dante por las prostitutas y no le sorprendía que solicitara el servicio de alguna de ellas, pero esta se escuchaba particularmente joven, como una quinceañera y esto no era común en el. Colgó y revisó con mayor ahínco el cuarto, ¿que es lo nuevo con lo que me sorprenderás maldito?, pensaba, incluso escupió el cadáver. Luego de revolver y desordenar todo, encontró lo impensado. “amor acompáñame, siempre has sido tú” rezaba sin más un papel, ni siquiera indicaba a quien iba dirigido, pero para ella ya nada importó, nada la convencería de que aquella nota no era para ella, ni siquiera la larga evidencia de la experiencia, sin pensarlo degolló sus venas, se acurrucó en una esquina, y fue en busca del eterno rechazo.

martes, 17 de noviembre de 2009

no he conocido mas lamentos que el silencio de los nichos.
El llanto del niño perdido, que ignora el abandono.
Es la mente ausente, la que jamás toca la filosa roca del fondo,
catacumbea dando tumbos en su balsa de estiércol,
navega mas allá del reflujo mañoso del viento,
llegando al nacimiento del mismo chubasco.
es ahí donde el hombre quizás deja escapar una lágrima
y se disuelve en paisajes furiosos y se alimenta de ellos
para llegar cantando a tierra de bohemios y ninfas sepulteras.

domingo, 1 de noviembre de 2009

La media noche encumbraba
los discursos de Haydn, Wagner, Vivaldi.
yo era capaz tan solo de encumbrar
una oscura botella.
Mientras la radio alcanzaba plena distinción,
yo solo me limitaba a pensar y lucir
como un estropajo.
ya eran días sin comer,
no me he esforzado más que bajar a mendigar
algunas monedas para comprar vino.
tanto tiempo sin probar bocado comienzan a generar
espeluznantes alucinaciones,
de las cuales me declaro un asiduo fanático,
me visitan verdugos, dominatrices
y chacales hambrientos
finalmente ha llegado la comida.

sábado, 24 de octubre de 2009

Por las mañanas gustaba beber algunas copas y observar las montañas, el aroma del rocío que abrazaba las hojas.
Desde el balcón y su embriaguez, disfrutaba ver a la gente que comenzaba sus rutinas, él como un desfigurado orgulloso, se complacía de la distancia con aquellos sujetos, una multitud subyugada, ciega, que nada se cuestiona, como ganado que se deja guiar por perros.


*******
me he convertido en un esclavo,
de tus huellas que estampan tu rastro imaginario,
de tu oscuridad deslumbrante.

esa mirada que me hace descansar
en nubes formadas de tus besos.
pronto se desvanecerán en tormentas
y lluvias imposibles.
hoy te tomaré en forma definitiva,
por sorpresa, quizas con violencia,
pero te aseguro
tus gritos se ahogaran
y solo crecerá el gemido.
tu descanso se conciliará
en el fragor de mi pecho.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Big bang!

Atrapado Dios, en su eterna existencia
se embriagó en caudales infinitos.
Perdido en sombras, se desgarró la conciencia
vociferó su odio perpetuo
redujo a cenizas el olimpo.

sumergido en aquel divino descontrol
se armó de pluma y pincel
para crear su obra perversa.
"oscuridad y ratas",
mas allá fue incapaz de imaginar

Dios se reventó la sien de un escopetazo.
cubriendo de sangre y sesos
su frenesí creativo.

martes, 8 de septiembre de 2009

Involución.


la mariposa sin percatarse,
se retrajo al agujero que la
cobijo en sus tiempos de gusano.

Se esfumaron sus alas.

como un animal, gruñe lo que esta mente
eructa.
bramidos irreales, ofensivos.
sin buscar otro blanco que el mismo pecho.
así, encumbrando el sendero del rechazo.

jugando con la palabra despechada
la palabra con prohibición de ingreso
mas por su blasfemia, menos por su motivo.
lejana a su apariencia.

conciente del horror
las apuestas corren hacia ella.
con certeza de que su trascendencia
pertenece a la sombra.

sábado, 29 de agosto de 2009

firme, sin titubeos debe ser este trago,
mas amargo que la perdida.
como el más desprolijo cerrar de los ojos,
que remecen furiosos la antesala del
estropajo de persona.

firme, sin titubeos debe ser ese golpe
malévolo, desproporcionado,
alejado de si mismo.

miércoles, 26 de agosto de 2009

el ulimo pañuelo de esta noche disfrazada, oculta la palabra esfumada de su inexcusable pecado. solitario en el fin del no-verso, dejó crecer su capullo, olvidando la verguenza de secretar una cria propia de la hembra.
merezco el dolor. la arena que abofetea el rostro.
olvidé el sin sabor de la dulzura, la misma que imaginó akk al tragar aquella sustancia, que lo indujo a contrarias pesadillas. desconocidas y aun más sagradas. penetrantes en la palabra muerte. desconocido es el porqué de esta sudoración, nerviosismo disfrazado de miedo, ventana que conduce a una borrosa oscuridad.

lunes, 24 de agosto de 2009

El atardecer en su penumbra, escapa de si mismo.
se desviste de la luz. y prueba su capucha condenada.
toma forma de sangre y acero.

la oscuridad es invitación a la impunidad,
otorga el aroma inequívoco del dolor,
potencia la frialdad de un calabozo.

no habrá escape,
el viento arrastrará hasta el último de los hombres al patíbulo

como un último suspiro, cobrará vida esa noche
con el único fin de ultrajar la vida misma.

miércoles, 29 de julio de 2009

debo eliminar el rocío de todo amanecer, la ceniza del sol.
ocultar el ansia que pudre la carne.

la noche será guardada en un baul.

martes, 21 de julio de 2009

la misma camiseta de hace un tiempo al olvido,
marcada por dibujos apacibles,
que combaten la dinastia de la sangre,
que se riega sin límite aparente.
una flor en el puño,
con luz atrapada por la oscuridad,
clautrada en tinieblas que cobijan tu desgracia.
a todos nos ha invadido el reflejo del nunca más,
tan iluso como la trampa que nos hizo caer,
lejano a la voluntad,
cercano al peligro que asecha.
¿porque no te entregas a la verdad y ya?
crees reconocer la vejez,
cuando solo es aquel accidente pasajero.
no esperarás desconocer el dolor.

domingo, 19 de julio de 2009

aquel momento en que te deslindas hacia paisajes extraviados
tan nítidos como el aroma del bosque

miércoles, 15 de julio de 2009

escondete en aquella sombra con la que sueles alucinar
más que el deseo de vivir, es el apego a aquello que nos brinda la muerte.
que siniestro es el rumbo del anciano conforme, jamás curvó su mirada,
que larga vida, en la no vida.

que triste es mirar su cuerpo sin heridas,
alas intactas que jamás conocieron el vuelo.
no eres nada ante el polvo y la ceniza,
reflejo de la llama que quemó bosques y cuadras.

te encuentras a salvo tras esas paredes,
prontamente emanaran hedor de excremento.
las barras se harán visibles, de un acero disfrazado de salvación

lunes, 15 de junio de 2009

cientos de hojas nublan las calles con su sombra de nostalgia.
el frió cala ondo e invita a la tibiesa del humo.
laberintos perdidos en el grito de la lluvia.
ocultan el paso del día,
la intransigencia del tiempo.


hoy se rememora la hostilidad hacia el caminante.
el lado oscuro del no poseer.
se reafirma la filosofía de las puertas, sus candados.
es ahora cuando ves tu fragilidad, deplorabilidad.

hoy miras por la ventana,
y adoras las gotas en el vidrio.
quisieras ir por una copa y contemplar el viento.
que bien se siente bajo tus frazadas.

nado caminando .
oculto mi cigarro bajo la palma de mi mano,
mi persona en la taberna, luego la petaca bajo mi chaqueta.
quizás si alzo mi cabeza hacia las nubes volveré en si.
me congelo. no hay respuestas.

jueves, 11 de junio de 2009

hay quienes se conforman con el aire que respiran,
conducir unas cuadras y encerrarse en un cajón de doble cerradura.
no hay olvido pues jamás hubo recuerdo,
no hay muerte pues jamás hubo vida,
solo oscuridad ,barrotes, pestilencia.

otros caen con sus manos atadas,
acorralados por su demencia.
buscaron un poco de embriaguez
y solo encontraron sus nichos.

domingo, 31 de mayo de 2009

I

La brisa maldita funde mis sesos. Me encuentro desorientado, confundido, parece ser que las copas durante la noche fueron descomunalmente mata memorias. No me explico bien como llegue a este lugar, aparentemente aquí termine satisfaciendo mis vicios, al menos es lo que me dicen estas 8 latas vacías de cerveza botadas a mi alrededor. La verdad poco me importa, la arena me ha mantenido caliente y el paisaje me ofrece una agradable vista. El mar siempre ha sido placer de mi devoción. He perdido la cuenta de los días que despierto de la misma forma, he perdido la cuenta de las semanas, he perdido la noción de los años. Me he sumergido lentamente en un río de alcohol, una corriente que fluye constante llevando en su caudal un cóctel de drogas, locuras y cada vez menos conciencia. Lentamente me pongo de pie, el viento sopla fuerte y golpea la arena en mi rostro, cruzando ese cerro se encuentra mi choza, fabricada por mis propias manos un día de alucinaciones lisérgicas. Decidí alejarme; abandonar el mundo y cobijarme bajo el seno del mar. Una pequeña construcción en base a latones, usando unas rocas de apoyo basta para capear las rigurosidades e inclemencias del clima. A pesar de alejarme de la gente, no he abandonado completamente las bondades de esta época, jamás he dejado de escuchar música y en ciertas ocasiones acostumbro visitar bares locales, conversar con los pescadores y compartir escalofriantes noches de juerga. En eso me encontraba la noche anterior, hasta que un zarpazo de mezcalina me condujo al ignoto recuerdo de mis acciones y un despertar desorientado, desconociendo como y porqué me encontraba ahí.
Llego a la playa “la punta de los náufragos”, una desolada bahía ubicada a 3 kilómetros de Llico, dirección norte, testigo de innumerables hundimientos de lanchones a causa de sus camufladas rocas en aguas profundas. Mi chabola esta intacta, mi colchón, mis mantas de lana y cuero, mí guitarra, mis parlantes a pila, mi tocadiscos, mi machete, mis 2 cortaplumas, mi boquitín y mi damajuana de diez litros llena a la mitad con agua ardiente. Me tomo un corto, dos cortos, tres cortos. Me sirven para despertar un poco y asimilar la resaca, es un golpe energético tanto para mi cuerpo como para mi mente, afuera a la orilla del mar tengo atada una red del día anterior. Siempre esta ahí y fielmente este inmenso océano me alimenta con los más exquisitos manjares. Mientras recogía la malla, diviso a lo lejos una figura humana cruzando el roquerio y las dunas hacia mi posición. Generalmente me irrita la compañía de personas, pero cuando sus motivos son carentes de mala intención, no me hago mayores problemas en conversar y compartir una copa de mi agua ardiente. Para evitar alguna calamidad en mi contra, cojo mi machete y lo amarro en mi cintura. No pocas veces me he visto enfrentado a campesinos asesinos, ermitaños caníbales y marinos violadores.
Este hombre no era lo que la suerte o las buenas intenciones del azar destinaron para encontrarse hoy en mi camino, su aspecto era tosco, de manos grandes y dañadas, brazos anchos, piel morena, de estatura media con un lenguaje muy precoz, de incompresible modulación y poca coherencia por los efectos del alcohol. A pesar de esto, lograba descifrar sus mensajes y yo comunicarle mis ideas. Hablaba de su esposa, la buscaba porque esta había desaparecido hace unos días, durante una de sus borracheras y temía una desgracia, su muerte. Yo notaba en su mirada una cuota de perversidad, sabia que tramaba algo o más bien escondía un obscuro secreto. Solo decidí permanecer alerta y seguir el juego de este rufián. De mujeres perdidas, no sabia hace ya muchas lunas llenas, mi único contacto con el sexo opuesto, se reduce a una que otra visita al burdel del poblado, pero aquí en mi playa solo se dejan caer especímenes, alejados de la gracia del señor. Este sujeto hablaba y miraba mi imponente sable, profería insultos contra su extraviada pareja, abría los ojos cada vez que se expresaba, movía sus manos, chispeaba sus dedos. Le ofrezco un sorbo de mi alcohólico brebaje, le propongo que es mejor calmarse, en situaciones como esta es propicio mantener la calma, y a través de ella se resolverán las adversidades. Bebemos una copa, dos copas, tres copas. Poco a poco comienza a relajarse, y como es natural en los efectos etílicos la sinceridad aflora rápidamente. “A lo lejos te divisé recogiendo tu red, hace ya mas de un día que no pruebo bocado”. Me confiesa. Inmediatamente me sentí presionado, percibí tal como presentía en su mirada, esa prepotencia característica de muchos delincuentes que a través de los años he conocido. Insiste en la historia de su mujer, me comenta que esta huyó durante una belicosa discusión, que la golpeo tan solo 2 veces, quizás la había ahorcado un poco mas de la cuenta. Detengo sus balbuceos para incentivarlo a recoger algo de madera, nos protegería del frío y nos brindaría cocina para preparar pescados.
Reunidos en la fogata invito a mi visitante a fumar mezcalina. Por su respuesta me percaté que jamás había conocido esta sustancia, me habla que solo consume alcohol y la marihuana jamás la probó. Un pipazo, dos pipazos, tres pipazos. “Esto no me produce nada, prefiero otro de tus tragos”. Yo solo lo observo, sonrío, miro el horizonte, las nubes, la costa larga y extraviada entre bosques, cerros. El viento aúlla y se hace perceptible a la vista, me saluda de un abrazo y me dice. “solo tú en tu sabiduría eres maestro y visionario, mis ubres alimentan tus sueños. Eres dueño del tiempo” en tanto toma forma de una mujer desnuda, me besa y se va nadando entre olas. Un alarido alarmante me da un golpe en mi cabeza. “¡La maté!, ¡la maté!, ¡la maté!, ¡la descuarticé!” El crimen había sido confesado bajo bramidos desgarradores de espanto y terror. “Sácala de aquí, ¿porqué la has traído aquí?, te cortaré tal como corté a la Juana”. Saca de entre sus prendas una navaja bañada en sangre. Eran evidentes las visiones que el psicodélico humo gatilló en su conciencia, la aborrecible experiencia recién vivida, surgió como una figura amenazante, horrorosa, la imagen de su cónyugue se hizo presente en el acto. Un agujero craneal asomaba sus sesos, estos se desparramaban a lo largo de su cabello, nariz fracturada, posiblemente también su mandíbula, grandes hematomas de al menos 3 colores adornaban la totalidad de su piel, aun así se encontraba de pie, a espaldas del mar mirando fijamente a su marido. Los alaridos del fulano eran incesantes y su planes de atacarme aun firmes. Un estoque, dos estoques, tres estoques. La sangre chorreaba desde mi brazo, un tajo limpio de al menos 10 centímetros a la altura del hombro fue mi obsequio y último agravio contra la vida que este mengano se atrevió a cometer. Jamás pretendí ajusticiarlo, no soy quién para ello, pero mis alternativas no fueron muchas. Un machetazo certero en medio de su rostro fue mi respuesta cordial a sus inescrupulosas intenciones. El cadáver tendido boca arriba con su descomunal tajo acompaño el resto de mi tarde, este macabro encuentro marcó mi conciencia y los efectos que la droga me produciría a lo largo del día. Por algún extraño motivo mis viajes asociados a la mezcalina son por excelencia brutales, malvados augurios son convocados en su uso si el entorno, acciones o pensamientos no son los adecuados. Las imágenes infernales estaban atacando los límites de mi tolerancia psicótica, por lo que decidí interrumpir el consumo del alucinógeno al menos hasta deshacerme del cuerpo. Resolví darle el mismo trato que este fiambre le dio a su novia y probablemente con el que me hubiera correspondido, de estar yo en su lugar. Seccioné los restos en 6 partes y los arrojé indistintamente a lo largo de la ensenada.
Al anochecer la calma se hizo presente de forma maravillosa, el cielo atestado de estrellas y una luna intensa me otorgan el escenario perfecto para continuar con mis deleites. Avivo el fuego y preparo dos reinetas asadas sobre una piedra, mientras estas se cuecen, bebo directamente de mi garrafón sorbos desmesurados. Uno, dos, tres. El botiquín amenazante me mira con recelo “no te preocupes, eres tú mi posesión mas preciada, me someto a tus dictados, conecta tus transfusiones lunáticas directamente a mis venas”. Devoro el alimento e ingiero 4 gotas de ácido, el álbum “the blues” de Jimmi Hendrix acompaña mi apacible velada. Esperando los potenciales trastornos que serán provocados en mi percepción continúo empinando la redoma embriagante.
No fui capaz de percatar el momento preciso en que el cielo cambió su tonalidad, en un instante creí que un nuevo amanecer ya hacia su arribo, pero el color que el firmamento reflejaba no se asimilaba en nada a aquellas tonalidades emanadas de la alborada. El LSD matizaba el paisaje de forma fantástica, sus cualidades, progresivamente trastornaban mi mente y cuerpo, esta confusión de colores era tan solo el inicio. El mar frente a mí rugía amenazante, las olas eran inmensas y reventaban con furor, me produjo deseos de nadar, pero el ver transformar la marea en dos criaturas monstruosas, me provocó dar un paso atras. “Se debe tratar de una pelea”, y en efecto, pues sacudieron sus garras, colmillos y cuernos en contra de sus humanoides cuerpos. Que espectacular circo Romano me encontraba presenciando, de pronto, sin más, la calma retornó y la oscuridad de la noche hizo su extraviada presencia. Mi toca discos seguía aun desgañitando los psicodélicos sonidos de la voz y guitarra de Jimmi Hendrix, bebo cuatro copas de licor y cojo mi vihuela para intentar acompañar a mi compañero afro americano con alguna improvisación. Me entregué cabalmente al viaje musical, las escalas se apoderaron de mí como un chupa sangre se aferra de su huésped, despotricando melodías tan esquizoides como las del autor. “No tocas para nada mal”. Dice el mulato. “solo intento no desapegarme a la canción”. Seguimos guitarreando al son del viento y los sonidos de la naturaleza. El fuego aun nos brinda algo de calor. “¿quisieras beber un sorbo de agua ardiente, quizás un poco de ácido?”. Sin recibir respuesta a cambio, este hippie trasgresor del tiempo, combina en un vaso, media dosis de trago y 8 gotas de LSD, zampándoselo al seco. Jamás permito que extraños manipulen mis pertenencias, pero este personaje, lo conozco y admiro desde mi niñez, Por lo que guardé mis recriminaciones. Fenomenalmente, luego de ingerir su cóctel, Hendrix se pone de pie y comienza un despliegue musical sin límites, sus manos y dedos eran un relámpago de movimientos sublimes y su música una dosis profunda de introspección y desdoblamiento. De hecho, los efectos del alucinógeno, que había frenado sus consecuencias tras la batalla mítica, volvieron a mi cuerpo, a través de un cosquilleo generalizado y una percepción agigantada de las cosas. Intento seguir esforzadamente, con una seguidilla de bajos, el ritmo. A pesar de la desigualdad de talentos, logramos una conexión única y el unísono de nuestros instrumentos se acoplaba armónicamente. “Esta cosa tuya ya me tiene totalmente conectado, creo que es hora de marchar”. La leyenda setentera toma su guitarra y la hace trizas contra una roca. Una, dos, tres veces. Toda destartalada, la lanza sobre las llamas de la hoguera, se arrodilla, pone sus manos al frente y simula llamaradas. Al instante, me enseña obscenamente su dedo medio y desaparece en forma simultánea con el chillido de unos pelícanos en disputa. Junto con el desvanecimiento de la visión, un cortocircuito mental me invade súbitamente. Poco a poco se escurre por mi sangre, mi carne, mis huesos, ¡que escalofrío! Caigo lento y pausado, como si una mano invisible me depositara tiernamente en la arena. Ya no escucho nada, los estímulos exteriores los deje atrás, diez mil yardas a la deriva. Soy un as de luz haciendo su veloz rumbo hacia astros ignorados. Mi memoria ya no es capaz de sostener los alcances de mi condición. Me sumerjo en las lagunas negras y obscuras de mi cuerpo occiso.

II

Abro los ojos, el despertador es el mismo de siempre, la naturaleza ruge de mil formas. Esta vez los ladridos de un can invadieron mi letargo abruptamente. “Que chucho mas imprudente, veo que te has dado un buen festín con mis peces”. Mi cabeza daba latidos, más bien temblores, el sol brillaba ardiente impactando violentamente mi rostro. Me siento un momento, los ojos me arden, las cenizas de mi instrumento calcinado me hacen meditar un segundo y retroceder la cinta de mi memoria, buenos recuerdos y agradables retro-visiones me hacen esbozar una leve sonrisa. Has pasado a mejor vida, ¡y tú! ¿Como has dado a parar aquí? El animal movía su cola y daba agudos aullidos, un pelaje negro cubría formidablemente su cuerpo. Con solo un ojo me miraba, el otro dejaba entrever una deforme cicatriz. Me acerco para acariciarlo, pero inesperadamente me responde con un tarascón en mis nudillos y corre lejos. “No tientes tu suerte” vocifero iracundo. La damajuana solo asomaba un concho de licor, sorbeteo una pequeña dosis al borde de la angustia intentando apalear la sed. Me dolía mi mano y este quiltro era el responsable. Mi desayuno fue devorado y mi red de pesca enrollada y guardada, el jolgorio me hizo olvidar cumplir con mis labores diarias, las provisiones se veían peligrosamente escasas. El alimento no me preocupa en mayor medida, solo basta con disponer mi tejido al mar, en ultimo caso no tendría problemas en devorar al perro, pero el alcohol… el alcohol es a mi alma, como la felicidad es al alma humana, no subsisto sin sus influencias, solo las drogas pueden calmar esta agonía en vida, aunque no por mucho tiempo. Mi viaje al pueblo era a esta altura inminente; primero que nada debía juntar cierta cantidad de productos marinos, para poder intercambiarlos o venderlos. Instalé mis artículos pesqueros y me dediqué a esperar que la providencia divina me otorgue la satisfacción. Mientras, me doy una breve zambullida a modo de baño para luego divertirme llenando y vaciando la pipa con dosis de marihuana. El can, luego de correr incesante evitando un encuentro directo con mi persona, dormía apaciblemente acurrucada en la arena, quizás es momento de tomar venganza, mi sable apuntó directamente a su cuello y sin pensarlo dos veces, hice rodar su testa playa abajo. El torso descabezado sin percatar el desprendimiento, seguía aun dando espasmos de esperanza, como si la vida aún le correspondiese de alguna forma, unos cuantos retorcimientos y la finitud de la existencia se apoderó de la inerte bestia. Con prolijo cuidado desligué el cuero tajo a tajo, arranqué todo el pellejo y repasé el largo abdomen de punta a punta con el filo de mi machete, las viseras putrefactas se desparramaron violentamente desde el estómago, “esto no lo trago”, sepulto rápidamente las entrañas y procedo a empalar mi presa, una improvisada hoguera y la mas deliciosa e inesperada carne asada se preparaba para mi disfrute. Continúo inhalando el humo orate de esta exquisita hierba, un rojo atardecer nuevamente ilumina mis visiones, me sumerjo boquiabierto en el esplendor del horizonte;
Algo pensaba, ya no recuerdo que, pero si tan solo fue hace un instante, mejor atiborro mis pulmones de esta maldita brisa, de este maldito aire, en que estaba, en mis pulmones, no, en el ocaso, en esta incontrolable tos, que magnifica mente desconcertada”.
El olor me espabila un poco, me retrae de mi inconsciente recordándome el hambre y la sed. El último corto de agua loca lo bebo lentamente, poco a poco devoro ganoso el mollejo canino.
Que gran botín me ha otorgado una vez mas el océano, un número considerable de distintas especies; sierras, merluzas, reinetas y al menos un saco de mariscos, almejas, choros y piure principalmente. La mitad de lo obtenido lo arrojé de vuelta a su fuente, pues no seria capaz de cargar tal bulto al pueblo. Compuse un saco y lo amarré a mi espalda, el recorrido no seria fácil, menos con la poca luz que restaba al día, emprendí rumbo de forma inmediata. La caminata, me hizo olvidar un instante el apetito alcohólico e intransigente de mis tripas. El sendero rocoso, afilado, ensartado en mareas y muchas veces inclinado, nuevamente conecto mi espíritu con este paisaje estremecedor. Intentaba retener cada instante estas bellas imágenes, cada día que he vivido en este claustro infinito me he propuesto el mismo objetivo, hacer eterno el mortal clímax del alma. El arribo a la población rural de Llico me encontró de noche, con el bulliche del gentío en la penumbra de sus sueños, el mercado que posiblemente hubiera otorgado una variable de oportunidades para el usufructo de mis pertenencias, se redujo a la morada de prostitutas que toda noche vivía en llamas sudorosas de orgía y trago. Este camino entierrado me conducirá a la iluminación nirvánica que pretendo, me introduzco en el oscuro bosque hasta que la casona de placer se hace a mi, pateo a modo de contraseña tres veces el portón de madera. En menos de un segundo, un constante cerrojerío de puertas y una rápida caminata de tacos se abalanzo al portal. La ventanilla se abre; “¿Quién vive?”; “la amargura risueña y suspicaz de las catacumbas ocultas de la mente humana”. El último pestillo se abrió con holgura de confianza. Tomo a la zorra de su cintura y saludo con un jugoso beso, al borde de arañar su garganta con mi lengua, palpamos nuestros cuerpos eróticamente con las manos. La Rosita es una puta, embutido de ángel y bestia, poeta, autoproclamada “espíritu libertino e insaciable”, el día en que inevitablemente determinó sus únicas ambiciones, el orgasmo brutal y el verso maldito. Su ninfomanía incontrolable la condujo a los malos hábitos, dejó la familia y la ciudad por un hueco de libertad, donde vive de recibir y dar sus inspiraciones. La conozco, me conoce y habitualmente me complace con este tipo de saludos. “¿Qué hacéis tan pronto por estos rincones de telaraña?”; “la nefasta realidad de la impermanencia, mi bidón se ha vaciado”. Un pasillo largo y angosto de un adobe andrajoso, me condujo al salón principal, la puta-cabrona-madre esparcía jugos vaginales por la boca de los campesinos a dos metros de distancia. “Es el espectáculo del día”, me susurra Rosita al oído. Tomo asiento en una mesa apartada y ordeno una caña de vino tinto. El dulce néctar lo ingiero suavemente contemplando las distintas viñetas con propaganda reformista revolucionaria, no se fía y la mente pornográfica del hombre, colgadas y repartidas por todas las paredes del antro, todas por cierto, obras de mi camarada.
“limpia tu semen con mi cabellera marchita, ya no existo, tu degeneración sustenta mis ideales”. Reclamaba un cartel con letras rojas.
La dictadora sexual interrumpió su flujosa rutina, acercando su imponente metro noventa y cinco de estatura y sus cien kilos de peso, para tomar asiento a mi lado. “¿Qué traes para mi, espectro de la creación?” Me dice; “este humilde tesoro que la mar me ha otorgado”; “ya veo, has llegado en hora buena, mi despensa flaquea en opulencia, ofrezco quince litros del mejor licor y mi sexo durante la madrugada, derramaré violentamente mis fluidos con tu miembro dentro de mi”. La oferta es tentadora, aunque prefiero negociar; “veinte litros de agua ardiente, los besos de rosita y un botellón de vino, la vagina escupidora la desecho”. Me baña tres veces la cara con su flujo genital como modo de aceptación de la contraoferta. La emperatriz se aleja cabalgando a cuatro patas dejando un camino centellante a su paso, esparciendo el mucus en el suelo tal como una babosa humana. Se claustra en un dormitorio con cuatro ebrios campesinos.
Las viñas excedidas de melancolía, sollozaron el amargo y dulce vino que sostengo en mi mano. Silencioso, contemplo la bella dama que junto a mí, bebe despreocupada como nunca, su libertad fue comprada por unos instantes, nadie escapa de todas las cadenas del mundo, ni siquiera ella, debe soportar a diario magras experiencias típicas del oficio, las que olvida con certeza ante mi presencia. Sus ojos aun reflejan la inocencia pura de quien no huye a sus verdaderos instintos, de quien sabe lo que es y para qué este mundo albergó su existencia, sin intercambiar palabra alguna disfrutamos el delicioso elixir de la uva. Progresivamente nos sumergimos en el furioso caudal de la embriaguez, la conversación se tornó un tanto incoherente, demostrando ambos nuestras lascivas intenciones. Entre arrumacos, besos y nunca soltando nuestras copas, nos deslizamos por el largo corredor. En su pieza individual y no en las asignadas para clientes, nos confinamos para saciar nuestra ansia carnal. Desnudos, sobre su cama de dos plazas y contemplando todo detalle, a través de espejos instalados alrededor del lujuriosos nido de amor, estremecí mi sexo contra el suyo, con fuerza y vigor, manipule su dulce cuerpo a mi antojo y gentilmente correspondí a su entrega. Nos besamos, copulamos, acabamos, bebimos y luego reímos como idiotas, sin sentido, sin chiste aparente, brotaba de forma espontánea desde nuestro interior, el placer desbordaba el cuerpo y salpicaba risa. Así cíclicamente, repetimos la rutina hasta el amanecer, el canto del gallo nos sorprendió bebiendo, y la primera luz del alba, fornicando. Ebrio y sin mucho mas que ofrecer, me visto para abandonar a mi dama, nos despedimos sin mayor compromiso ni hálito de nostalgia, ella ya cansada y recostada boca abajo, da su adiós sin siquiera mirarme a los ojos. Dejo la habitación, con intención de marcharme del recinto, antes que nada debía embolsar aquello que se me adeudaba. Llegando al salón aun resistían en pie uno que otro borracho, con la convicción de no ceder ante la intención de desplome de sus cuerpos, el trámite es simple, sin complicación alguna, el burdel se alejó a mis espaldas, que por cierto cargaba, cuatro garrafas de agua loca.
La mañana penetraba mis huesos, el frió era intenso y punzante. Una niebla espesa invadía el sendero, sin dejar cabida a la visión. El pueblo consiste básicamente en un camino largo de tierra que llaga al mar, algunas desviaciones a los cerros que conducen a otros pueblos y una en especial que encauza a un lago. Mis intenciones de regresar a la morada no son férreas, así que aprovecharé lo que el día y esta hermosa región me otorgue. Instalado sobre la maleza colindante a una intersección, bajo un triste sauce, caliento la sangre con cortos de mi brebaje. Bastante fue el tiempo que tuve los ojos fijos en el infinito, la bruma otorga una belleza gris, que ensimisma e invita a la reflexión, pero como todo en esta barca balanceante, ya entrando el mediodía, se esfuma dando paso a los tibios rayos del sol, tan pronto como esto sucede, la presencia de hombres se hace a la vista como una ráfaga de cucarachas ante la interrupción de la oscuridad, sorprendido, pero no asustado, no me sobresalto de mi posición.
Miradas acusadoras, cordiales, indiferentes, la verdad nada realmente me importa. Hace mucho tiempo deje atrás los juicios ajenos, las obligaciones, el trabajo que la ciudad impone, comprendo el tiempo como una línea única, sin estructuras que clasifiquen a este, sin atribuir responsabilidades específicas a cada día, la manera del viaje constante, sin fin; caída libre hacia el infinito. Un viejo amigo, siempre me dijo “ve en busca del horizonte y jamás mires atrás, abrasemos el camino de la luna”, en el momento, atribuí tales pergaminos a la ingesta de humos, y no logré comprender, hasta muchos años después, su lógica. Hoy contemplo la naturaleza de mi tierra, su clima, el sol omnipotente que se alza, la gente y sus rutinas. El viento acaricia mi frente, los árboles bailan al son de su canto, quizás ya es hora de ir en busca de algo mas.

miércoles, 13 de mayo de 2009

¿que es todo este silencio?
me encuentro lejos
la ventana ofrece
solo suciedad

abro la puerta
aprecio el pasillo que
se extiende
mas allá de mi vista

la vela ya esta marchita
y aún no deseo dormir
me aferro a sus últimos destellos
me paralizo un instante ante
el crujido de las tablas
¿porque el ruido me asusta
de tal forma?
quizás preferiría caer
borrar la huella de mis pasos
o quizás conformarme en la oscuridad

viernes, 8 de mayo de 2009

solo deseo dormir con mis bolsillos repletos
despertar conciente de que algo aun queda
pienso con demasiada frecuencia en el fin
el miedo viene y va ajeno a mi voluntad

añoro cobardemente la eternidad
preferiría rendir culto a la inpermanencia
mas bien
al dolor que de ella emana

débil aquel que teme a su delirio
fuerte aquel que adora la soledad

no comprendo la esperanza
si entiendo la lucha
de aquel que la desdicha lo ha tomado por su ano

de todas formas mi corazón relaja su ejercicio
olvido la desigualdad ante la vida
nado en una corriente de palabras
me ahogo en la imagen que en mi provoca el vino

envidio a todos aquellos que no percatan la realidad
me entregaria a las voces

de una diabólica esquizofrenia

esperando el regreso a lo real

moriré atormentado

siempre temeré a un viaje sin
regreso

martes, 21 de abril de 2009

"TE INVITO"

¡ven!

acompáñame en mis sueños
bebamos juntos el cáliz de sangre
te serviré el ocaso
en una bandeja

encumbremos el firmamento
mas allá del desnudo
desintegremos la carne
escapemos como la luz
que atraviesa el vacío
conoceremos la mirada
del viento
la lluvia en medio
del océano
sepultémosnos vivos
en el reflejo de la noche
invoquemos el martirio
bebamos del acero
fumemos los ramajes del olvido

miércoles, 15 de abril de 2009

aquel vagabundo podrido en piojos
disfrutaba de observar las ventanas
y confortarse de la comodidad ajena
dulces recuerdos de infancia lo invadían

los ricos veían al andrajoso
invadiendose de envidia
cambiarían todo por su libertad, pensaban
entregados a sus lágrimas
que delataban la nada de sus vidas

un joven de cabellera rubia
con la convicción de un alcohólico desalmado
invitaba a unas botellas
a viejas ratas hijas de la calle
se creía uno de ellos
al menos en espíritu
sabiendo que volverá a su cena
la misma que desean sus cotejados

toma mi abrigo y ve a mi hogar
di a mi madre que he decidido
vivir mis sueños, la vida de otros
hoy las hojas se niegan a caer
las nubes a cubrir el sol
el viento ya hace mucho que nos abandonó

como culparlos
comprendo su martirio
yo hace siglos me hubiera marchado

******

somos un barril lleno de licor
la locura es el motín del espíritu
el cuerpo humano, calabozo de sangre
mi mente no es mas que un esclavo
de lo que sea que la vida quiera
destruir!

******

aunque mas de una vez he cagado en la calle
me he salpicado los pantalones
y he horrorizado a todas en mi putrefacción
no me declaro ni pretendo jamás hacerlo
un comemierda

martes, 7 de abril de 2009


El tiempo no es más que el mundo
dispuesto a nosotros
hoy buscaré y patearé unas cuantas
cabezas
sacudiré a aquel que obstruya
la brisa
aquella que nos impulsa hacia
la vida, siempre a la muerte
encontraré un abismo sin fondo
y saltaré a su eterna caída
vagaré en la penumbra
me uniré a las corrientes mas desdichadas
me haré uno con el viento
azotaré con violencia la ciudad
me haré bocanadas de humo
e invadiré los cuerpos, las mentes
morir es vivir en exeso
la revolución es aquí, ahora
esclavicemos la realidad a azotes

miércoles, 1 de abril de 2009

motín

algún día dejaré los vicios
tanto así como dejaré de vivir
maldeciré y escupiré en ese instante
defecaré el infierno
provocaré al resto de las almas
para que saboteen sus condenas
agrediremos a los demonios
violaremos sus aberraciones
corromperé todos los lamentos
haré de los gritos, aullidos de libertad

martes, 24 de marzo de 2009

hoy desperté cansado
aburrido de esperar
desesperado por un buen toque.
la caminata siempre es triste
la búsqueda siempre amarga
el espíritu, se corroe desde mi cuerpo.
ya no lo resisto
me abrumo de pensar
en esta asquerosa vida, la ciudad
me derrumbo ante la realidad.
agonizante, clamo por ayuda
me seco solitario en el asfalto.
nadie oye mis gritos
que no alcanzan siquiera gemidos.
me pudro lentamente,
ya mi carne no sirve
ni para alimentar la carroña.
¿que es eso? pregunta un niño
¡no lo mires! jamás lo hagas

jueves, 19 de marzo de 2009

sueño

desdichado el momento en que abrí los ojos
maldito el instante de regreso
frotaba mis manos
satisfecho en la irrealidad
un destartalado bar en medio de la nada
sendos yonkis
con jeringas colgando de sus brazos
cerros de cocaina
niebla de irreconocibles humos
hembras cuadrúpedas.

en una esquina podrida a orines
animales de pelo largo se daban a tajos.
yo aullaba y enterraba mi cabeza,
en una de las montañas de polvo.
a lo lejos un rostro familiar,
ingresa dando tumbos, babeando
con el rostro desorbitado,
escupe y orina en los pies de cualquiera
"jamás le vi así" pienso.
le ayudo a sentarse,
¿que traes primate?
tan solo una pizca de libertad.

viernes, 27 de febrero de 2009

buscaba insaciable,
primera esquina. ¡no!
sigo el rumbo firme,
pregunta de rigor. ¡no!
el sudor ya se torna helado
dejo a un lado el miedo
tercera esquina. ¡no!
sigo bajando al infierno
ya las miradas son asesinas,
se acerca un tipejo
-¿que buscas?
-lo quiero todo.
-dame tu dinero,
-dame la vida.
miras fijamente la botella.
demasido ebrio,
y aun sobra demasiado alcohol.
te preguntas donde acabará esto,
tienes la certeza del peligro,
quizas la muerte te espera,
sientes el respiro en tu nuca,
es ella,
y viene por ti.

miércoles, 25 de febrero de 2009

siento en todo momento
miedo al silencio.
como una certeza maldita,
los sonidos tan solo
alertan la muerte

espero en vano lo terrible
la nada anuncia
un augurio de castigo